miércoles, 18 de septiembre de 2013

"El sucesor"

El sucesor - cuento fantástico - primeras 6 páginas -.


T
odo comenzó en un suburbio de Córdoba Capital con una joven adolescente de quince años llamada Soledad.
     Una noche, Soledad se encontraba con sus padres y su hermano mayor cenando en su hogar como de costumbre, hablando de las cosas que habían hecho en el día, opinando sobre política, programando las vacaciones de verano que se avecinaban, en fin, compartiendo saberes. Todo parecía normal, hasta que la madre de Soledad tocó la mano de su padre Raúl. Ese fue el momento donde todo cambió. El silencio invadió la habitación, solo se escuchaba el rechinido de las ventanas, el sonido de las plantas y una pequeña campana que colgaba en la entrada, todo a causa del viento. Los cuatro tragaron la comida que tenían en sus bocas y se miraron unos a  otros por más de dos minutos. Nadie se animaba a preguntar qué pasaba, la situación era muy extraña. De improviso, la mano de Cristina, la madre de Soledad, se dirigió hacia su bolsillo. De allí, sacó un boletín de calificaciones con el nombre de Soledad Aguirre.
-      ¿Qué es eso ma? – preguntó Soledad.
-      Es tu boletín de calificaciones, lo retiré hoy de tu escuela, el director llamó.
     La cara de Soledad se tornó pálida y sus ojos se abrieron a más no poder, mientras se inundaban de lágrimas.
-      ¿Qué… qué…? ¿Qué dijo? – preguntó tartamudeando Soledad.
-      Estás reprobada, debes recursar el año completo. Yo no sé qué te está pasando, hacemos de todo para que estudies, tu papá trabaja más de doce horas por día para que puedas estudiar y que el día de mañana no tengas que lavar pisos o trabajar de albañil como tu padre y yo – decía Cristina, mientras se secaba las lágrimas con una servilleta.
     Soledad rompió en llantos y exclamó con mucho odio e ira:
-      ¡ODIO LA ESCUELA! NI SIQUIERA SÉ PARA QUE EXISTE, ¡LA ODIO! ¡Y USTEDES DOS NO SÉ PARA QUÉ ME MANDAN AHÍ! Seguro     que es como castigo por haberme tenido, por haber nacido ¿no? ¡Los odio! A AMBOS, SON LOS PEORES PADRES EN TODO EL MUNDO, OJALÁ NO HUBIERAN NACIDO, OJALÁ SE MUERAN. ¡SÍ, ESO ES! OJALÁ PAPÁ QUE TE CAIGAS DE UN NOVENO PISO Y TE MATES, ASÍ POR LO MENOS DEJARÍAS DE MOLESTARME Y VOS MAMÁ ¡OJALÁ QUE ALGÚN DÍA TE RESBALES Y TE DES LA CABEZA CONTRA EL PISO! Por lo menos así me dejarían en paz.
     El hermano mayor alejó su mirada de ella, era tanto su odio, que hasta su propio hermano le temía. Sus padres colapsaron, ellos hacían todo por sus hijos:
-      Hacemos todo por ustedes, no nos merecemos que nos trates así – dijo su padre Raúl, evitando que sus lágrimas se derramaran.
-      No sé qué te pasa hija, estás tan diferente, no eras así. ¿Desde cuándo te teñís el pelo de negro? Te quedaba tan lindo tu rubio natural… ¿Desde cuándo te pintas los labios negros y te vestís de esa forma oscura? ¿Desde cuándo? – preguntó su madre –
-      ¡AH! ¡DÉJENME EN PAZ! – gritó Soledad, corriendo hacia la salida.

     Ella no sabía adónde dirigirse, pero lo que sí sabía era que quería evitar a sus padres. Tomó un callejón para dirigirse al centro de la ciudad. Estaba oscuro, solamente iluminado por la luz de la luna. El viento movía las hojas del piso y provocaba sonidos tenebrosos, las sombras atravesaban el lugar y unos cuantos vagabundos le lanzaban piropos. Soledad no era una chica fuerte, solo demostraba serlo, corrió y corrió para salir lo más rápido posible del lugar. Un poco antes de la salida un hombre calvo, como cualquier otro, se paró al frente de ella y le dijo que frenara o si no, simplemente moriría.

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